Si tienes un aloe vera en casa, sabrás que es de esas plantas que parecen duras como una piedra… hasta que te pasas con el agua y se convierte en gelatina. Por eso es clave saber cómo y cuándo regar esta planta. No es complicado, pero sí hay que pillarle el punto: ni cada dos por tres ni solo cuando te acuerdas. Y ojo, que no vale lo mismo si está en maceta o plantado en el suelo, ni si vive dentro de casa o toma el solazo fuera. Aquí te cuento todo lo que necesitas para que no lo ahogues ni lo seques sin darte cuenta.
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Aloe vera riego
Cuando hablamos de los cuidados básicos, el riego del aloe vera es, sin duda, el talón de Aquiles. Es una planta de clima seco que no tolera el exceso de humedad, y por eso es tan importante acertar con este punto. Si te pasas, sus raíces se pudren rápido y adiós aloe. Si te quedas corto, se pone flácido y sus hojas se arrugan. Por eso hay que entender bien qué necesita y observar su estado antes de echarle agua.
Para hacerlo bien, fíjate en el sustrato: tiene que estar seco al menos en los primeros 3-4 cm antes de volver a regar. Usa una tierra con buen drenaje, que no encharque, y una maceta con agujeros. Si lo tienes en exterior y le ha llovido, ni se te ocurra volver a regar. Y si lo acabas de trasplantar, dale unos días de margen. No es una planta a la que le guste que la mimen demasiado en este aspecto.
Cada cuánto regar Aloe Vera

No hay una regla universal sobre cada cuánto regar un aloe vera, porque todo depende del entorno y del recipiente donde lo tengas. Si está en maceta, necesitará más atención que si está en suelo, ya que en la maceta se seca más rápido. En invierno, puede pasar semanas sin agua si el ambiente es frío y húmedo. En verano, sobre todo si está a pleno sol, igual necesita riego cada 10-15 días, pero siempre comprobando la tierra primero.
En interior, el riego puede espaciarse más si la temperatura es estable y no hay corriente de aire caliente. En exterior y con calor, ojo con los golpes de sol y la evaporación rápida. La clave es no regar por calendario, sino por necesidad. Usa el dedo, un palillo o un medidor de humedad si hace falta. Y recuerda: mejor quedarse corto que pasarse.
Cómo regar el aloe vera
La mejor forma de no fastidiarla es entender cómo regar el aloe vera. Nada de hacerlo por rutina o porque “toca los jueves”. Antes de regar, asegúrate de que la tierra esté seca. No mojes sus hojas directamente, sobre todo si no se van a secar pronto, porque pueden aparecer manchas o pudriciones. Lo ideal es regar en la base, sin empapar todo el sustrato. Un buen truco es usar riego por inmersión si está en maceta: sumerges la base unos minutos y luego dejas que escurra bien.
También puedes regar desde arriba, pero siempre con cuidado, sin inundar. Y si ves que sus hojas tienen polvo o suciedad, limpialas con un paño húmedo de vez en cuando, pero sin rociarlas. Así mantendrás sus poros limpios para que pueda respirar bien. Evita los platos con agua estancada debajo, que son un billete directo a la pudrición.
Si riegas bien desde el principio, tu aloe no solo se mantiene sano, sino que crece más rápido, produce hojas más firmes y con más gel. Además, evitas líos como raíces podridas o plagas por exceso de humedad. No es cuestión de regar menos o más, sino de hacerlo cuando toca. Así te aseguras una planta fuerte y lista para lo que le eches.
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Especialista en el cuidado orgánico de Plantas y Flores
Bonjour! Soy Quentin y tras vivir en grandes ciudades como Bruselas y Sydney me di cuenta de la falta de información sobre jardinería urbana. Por ello, decidí (re)conectar con la naturaleza y aprender y transmitir mi conocimiento en el cuidado de plantas.