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Las hojas amarillas en la passiflora es uno de los síntomas más habituales cuando algo no va del todo fino. Si ves que las hojas más viejas se tiñen de amarillo y caen, puede ser una respuesta a riego excesivo o falta de nutrientes. Si, en cambio, amarillean de forma generalizada y con los bordes algo quemados, suele ser un signo claro de exceso de agua combinado con mal drenaje.
Para solucionarlo, asegúrate de que el sustrato drena bien y no se encharca. Riega solo cuando notes los primeros centímetros secos y, si hace mucho que no abonas, puedes aplicar un fertilizante equilibrado, como el humus de lombriz o el food, cada 15 días en época de crecimiento. Si está en maceta, revisa los agujeros de drenaje y evita que el agua quede estancada en el plato.
El problema de las hojas secas de nuestra passiflora se nota cuando los bordes de las hojas empiezan a secarse y rizarse, especialmente en las puntas. A veces aparecen manchas marrones o un aspecto como quemado. Esto suele deberse a una exposición directa al sol muy fuerte, viento seco o baja humedad ambiental, especialmente en interior o terraza.
La solución pasa por reubicarla en un lugar con luz indirecta intensa, pero sin sol directo en las horas más duras. Aumenta la humedad ambiental si la tienes dentro de casa, y evita riegos superficiales: es mejor uno profundo y espaciado. También puedes recortar las hojas muy secas para que la planta centre la energía en las nuevas.
Si hablamos de enfermedades de la passiflora, hay que estar atentos a manchas en hojas, presencia de hongos o pudrición en tallos. Los hongos como la antracnosis o el mildiu suelen aparecer con manchas oscuras y circulares en condiciones de humedad alta y poca ventilación. También puede sufrir de pudrición radicular si el sustrato está siempre mojado.
Para frenar estas enfermedades, lo primero es cortar las partes afectadas con herramientas limpias. Aumenta la ventilación, reduce la humedad y aplica un fungicida ecológico si el ataque es fuerte, como nuestro purín de ortigas. Si el problema está en las raíces, habrá que trasplantar eliminando la parte dañada y renovando completamente el sustrato.
Cuando hablamos de los problemas de la pasiflora , es clave observar bien los síntomas: hojas que se decoloran, crecimiento lento o falta de floración pueden estar indicando algo más allá del riego. La planta puede estar pidiendo más luz, un sustrato con más nutrientes o simplemente un espacio mayor para sus raíces.
Ajustar el entorno es esencial: colócala en un lugar con luz indirecta intensa, asegúrate de que el sustrato sea suelto, drenante y rico, y revisa si las raíces están pidiendo un cambio de maceta. Un abonado adecuado en época de crecimiento hará el resto para que vuelva a lucir como debe.
Si tu passiflora no florece pero crece con ganas, puede estar faltándole luz o nutrientes clave para la floración. También puede deberse a podas mal hechas o a una maceta demasiado grande, donde se centra en hacer raíces y no en florecer.
Dale una ubicación con luz intensa (sin sol directo fuerte si está tierna), un fertilizante rico en fósforo durante primavera y verano, y evita pasarte con el nitrógeno. Si has podado, asegúrate de dejar tallos maduros, que son los que dan flor.
Cuando ves tu passiflora con las hojas deformadas, que salen retorcidas, con bordes irregulares o crecimiento raro, es momento de mirar bien. Puede deberse a plagas como ácaros o trips, pero también a virus como el mosaico, que alteran la forma sin avisar.
Lo primero es inspeccionar bien con lupa en mano, sobre todo en el envés. Si hay bichillos, trata con jabón potásico o aceite de neem. Si parece algo vírico, lo mejor es cortar las partes afectadas y vigilar si se extiende. Y si la planta sigue activa, dale tiempo, a veces se recupera sola.
Ver tu passiflora con manchas marrones puede asustar, pero no siempre es grave. Estas manchas pueden venir por quemaduras de sol, exceso de abono o incluso salpicaduras al regar en horas de calor. Si son redondeadas y con halo amarillo, ojo, que puede ser hongo.
Evita mojar las hojas al regar, protege la planta del sol directo en las horas más fuertes, y si hay muchas manchas, corta las hojas afectadas y mejora la ventilación. Si sospechas de hongos, aplica un fungicida suave, pero no te precipites si solo es una hoja o dos.
Ver una passiflora con tallos blandos puede ser un problema de raíces o exceso de agua. Cuando los tallos están laciados o se doblan fácilmente, puede que haya pudrición por debajo o falta de estructura.
Saca la planta de la maceta con cuidado y revisa las raíces. Si huelen mal o están negras, toca recortar y trasplantar en sustrato seco y drenante. Mientras, corta también los tallos más afectados para que no arrastren al resto de la planta.
Lo bueno de conocer los problemas más comunes de esta, y todas las plantas, es que puedes anticiparte antes de que la cosa se ponga fea. Hojas que cambian, floraciones que no llegan o tallos que no tiran no siempre son un drama: muchas veces es cuestión de prestar atención y ajustar los cuidados a tiempo. Con ello la passiflora puede recuperarse y seguir creciendo con fuerza. Porque lo importante no es que no tenga problemas, sino que sepas verlos y ponerte manos a la obra antes de que vayan a más.